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De la faceta profesional al lado más humano del candidato, de la justificación de horarios a la flexibilidad laboral, del salario tangible al emocional, de cumplir objetivos laborales a que el trabajo se convierta en un lugar donde disfrutar sin presión. “Porque un empleado feliz, vende felicidad”, y esto es beneficioso para todas las compañías, tanto a corto como a largo plazo. De hecho, según Tal Ben Shahar, profesor de la Universidad de Harvard del curso “Mayor felicidad”, una felicidad en el campo personal y profesional se traduce, a la larga, en un mayor índice de eficiencia y productividad laboral, y ayuda a la retención de talento.
Pero, realmente ¿qué es el salario emocional?
Nos referimos a algo que siempre ha existido, pero, por razones culturales, su implantación ha sido y está siendo diferente en cada país. Se trata de un salario intangible: los beneficios sociales e inmateriales que percibe el empleado tanto en el trabajo como fuera de él. Las grandes compañías son cada vez más conscientes de su importancia. Google y otras empresas de Silicon Valley fueron los primeros en darse cuenta de las ventajas que podría suponer para ganar en productividad y eficiencia. Pero no sólo se resumen en instalar salas de descanso, sofás o videojuegos en las empresas para que los trabajadores se relajen, el salario emocional va mucho más allá: se trata de un cambio de estrategia basada en el concepto “win to win” donde ambas partes ganan, dejando lugar a la innovación, al cambio y a la productividad.
El modelo europeo ya contempla esta tendencia, pero… ¿cómo puede realmente hacerse realidad?
La felicidad en el trabajo siempre será relativa y diferente para cada uno. Su éxito se ve determinado por un factor fundamental: la variable emocional. Este factor hace referencia al lado humano y más personal del ámbito profesional: esas ganas de trabajar, ese sentimiento de pertenencia, de compañerismo y espíritu de equipo. Para los empleados, las emociones vividas en el trabajo se extienden al terreno personal, y viceversa, lo que genera un bienestar intrínseco en cada uno de ellos.
¿Qué ha cambiado gracias al “salario emocional”?
Básicamente, las formas de captar y retener talento. Las generaciones nacidas durante la revolución digital han crecido y se han desarrollado nuevas profesiones relacionadas con el ámbito Tecnológico como Digital Managers, E-commerce Managers o Social Media Strategist. El perfil de los candidatos ya no es el mismo. Ahora, son más exigentes, tienen otras inquietudes y el mercado debe adaptarse a ellos, al tratarse de puestos que requieren una formación específica y altamente cualificada.
Las consecuencias de este cambio generacional se perciben desde la primera fase de cualquier proceso de selección. Hemos pasado de una modesta cordialidad y un fingido “desinterés” a romper tabúes. En la actualidad, un candidato mayor de 45 años se centra en preguntas sobre el puesto de trabajo, sus responsabilidades y objetivos; mientras que un menor de 30 años se interesa abiertamente por el ambiente laboral, los horarios y las vacaciones. Para las nuevas generaciones resulta tan importante el desarrollo profesional como todo lo que el trabajo puede permitirle disfrutar fuera de él: su tiempo libre y sus aficiones. Preguntar ya no supone un tabú y recibir una respuesta ofrece mayor seguridad a la hora de tomar una decisión ante un nuevo empleo.
La figura de la empresa:
Al mismo tiempo que cualquier candidato busca venderse en una entrevista, la empresa tiende cada vez más a hacerlo para atraer talento. Éstas miran menos el currículum para centrarse en detalles que van más allá de la formación y/o experiencia del candidato. Ahora, buscan conectar con él como personas y no como compañías. Ofrecen una faceta más real, cercana y empática, destacando los aspectos más atractivos del puesto, aportando valor a través de: los compañeros con los que trabajará, la personalidad y flexibilidad de la empresa y su empatía hacia los empleados. Variables que enriquecen más allá del propio salario.
Éstas empiezan a instaurar hábitos más saludables y nuevas actividades gracias a los cuales los empleados se sienten mejor valorados como: gimnasios, duchas, guarderías, transporte, ofrecer ayudas al seguro médico para toda la familia, etc.
Vemos cómo la mentalidad con respecto a lo que debe hacerse está cambiando y los resultados serán verdaderamente notorios cuando los directivos entiendan que las empresas deben adaptarse a este cambio generacional.
En definitiva, se ha desarrollado una nueva forma de entender el trabajo, donde se prevé una gran evolución del teleworking durante los próximos años. Y es que el salario es lo que nos permite vivir, pero el salario emocional es lo que nos hace sentir vivos.